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NADA QUE OCULTAR
Estar desnudo no es simplemente quitarse la ropa.
Es quitarse el miedo.
Es despojarse de las máscaras, de los personajes, de las poses que a veces uno mismo olvida que está sosteniendo.
Hay algo profundamente liberador en sentir el viento recorrer la piel sin barreras.
En dejar que el sol toque el cuerpo sin pedir permiso.
En no tener que aparentar nada.
Solo ser. Y eso es todo.
A veces pienso que la ropa, más allá de su función práctica, ha terminado siendo una especie de armadura cultural.
Una forma de encajar, de ocultar, de clasificar.
Pero cuando uno está desnudo, se acaban los títulos, los rangos, las jerarquías.
El cuerpo ya no representa un estatus. Solo representa a uno mismo.
Y eso, en este mundo lleno de apariencias, es un acto de amor.
Y también, por qué no, un acto de rebeldía.
Una forma de decir: no tengo nada que esconder.
Esto soy. Esto sentimos. Esto compartimos.
Cuando abrazo desnudo, no abrazo desde el rol, ni desde el deber, ni desde el mandato social.
Abrazo con todo lo que soy: con la piel, con la mirada, con la historia que traigo conmigo.
Y cuando soy abrazado así, sin condiciones ni filtros,
me reconozco. Me acepto. Me libero.
La desnudez es también una forma de volver a la naturaleza.
No la naturaleza externa, sino esa otra, la interior.
Esa que sabe que el cuerpo no es pecado, ni vergüenza, ni exceso.
Es casa. Es raíz. Es un puente hacia el otro.
Por eso comparto esta imagen:
porque no hay necesidad de cubrirnos más.
Porque ese abrazo sobre las rocas, frente al mar,
es real,
es sagrado,
es simple,
y será siempre nuestro.
Solcito Americano
* Nada que ocultar
* Desnudez consciente
* Cuerpo y alma
* Libertad interior
* Amor auténtico
* Naturaleza humana
* Belleza sin filtros
* Poética del Ser
* Abrazar la verdad
* Ser sin miedo
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